sábado, agosto 18, 2007

Adiós

Te vas y vuelve a cantar con la misma fuerza de siempre, pasionaria.

Te vas. Quise mirarte a los ojos y llorar toda la noche, pero no estabas. No había nadie. Ni un solo signo de tu despedida. Eras huella bajo mi silencio, escombros bajo un cielo que no daba lugar a la locura.

Entonces, tomaste mis manos en sueños y me prometiste regresar. Quizás mañana cuando los pájaros profesen su más eterno vuelo, puedas volver y sonreír.

Mientras tanto, nada.

La envidia

 Y la envidia se vistió de mujer oscura, se maquillo los parpados, se miro en el espejo, Se ajusto los botones de un traje viejo y raído, ...